El papa Benedicto XVI celebra mañana cinco años de pontificado acorralado por numerosos escándalos, que van de la pedofilia de curas a las tensiones con musulmanes, judíos y anglicanos, lo que mermó su prestigio como líder de la Iglesia Católica.
El Papa, que cumplió 83 años el viernes, estuvo en la mira desde el inicio de su pontificado, cuando olvidó –en su primera audiencia con la prensa–saludar en español, el idioma de la mayoría de los católicos en el mundo.
El aniversario llega en uno de los peores momentos, con las denuncias contra curas pedófilos en Europa y Estados Unidos y por el silencio que el Vaticano mantuvo por décadas.
Nadie podía imaginar en 2005 que se suscitaría pocos años después una avalancha de controversias, comenzando en setiembre de 2006, cuando despertó la ira del mundo musulmán, tras vincular al Dios del Islam con la violencia y la irracionalidad en una conferencia en la Universidad de Ratisbona (Alemania).
Al rosario de escándalos hay que sumar el generado por la decisión de levantar el veto a los ultraconservadores lefebvrianos, así como el de autorizar la introducción de la misa en latín.
El perdón papal llegó acompañado por otra crisis sin precedentes al absolver al obispo negacionista Richard Williamson, generando una de las mayores crisis con los judíos, los cuales, además, no le perdonan su voluntad de canonizar a Pío XII, el ‘Papa del silencio’, cuestionado por su actitud frente al Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer pontífice alemán de la era moderna, que excomulgó en los 80 sin titubear a los teólogos de la liberación de América Latina cuando ejercía como prefecto de la Doctrina de la Fe, sufrió un revés notable en su único viaje a América Latina, a Brasil.
Durante ese viaje no solo atacó a los teólogos de la liberación por su politización, sino que elogió la evangelización del continente, guardando silencio sobre el genocidio indígena cometido durante la conquista española, lo que generó reacciones airadas de líderes y políticos.
“Es un pontificado que ha pasado de crisis en crisis”, sostuvo el vaticanista estadounidense John Allen.
También fue criticada su visión de la lucha contra el sida, explicada durante su primer viaje a África –a Camerún y Angola–, donde sancionó el uso del preservativo, generando la protesta oficial del Parlamento belga.
Los defensores del papado, como el escritor católico italiano Vittorio Me- ssori, elogian, en cambio, su correcta gestión como funcionario de la Santa Sede del fenómeno de la pedofilia dentro de la Iglesia, tras ser acusado este mes por la prensa estadounidense y alemana de encubrir las denuncias de curas pedófilos por décadas.
Igualmente aprecian sus libros, homilías, catequesis y, sobre todo, sus tres encíclicas. Aseguran que a través de ellas habla de asuntos religiosos elevados para cumplir la meta que se fijó hace cinco años, según se rumoreaba: llenar iglesias y no estadios, al contrario de su predecesor Juan Pablo II.
El Papa, que cumplió 83 años el viernes, estuvo en la mira desde el inicio de su pontificado, cuando olvidó –en su primera audiencia con la prensa–saludar en español, el idioma de la mayoría de los católicos en el mundo.
El aniversario llega en uno de los peores momentos, con las denuncias contra curas pedófilos en Europa y Estados Unidos y por el silencio que el Vaticano mantuvo por décadas.
Nadie podía imaginar en 2005 que se suscitaría pocos años después una avalancha de controversias, comenzando en setiembre de 2006, cuando despertó la ira del mundo musulmán, tras vincular al Dios del Islam con la violencia y la irracionalidad en una conferencia en la Universidad de Ratisbona (Alemania).
Al rosario de escándalos hay que sumar el generado por la decisión de levantar el veto a los ultraconservadores lefebvrianos, así como el de autorizar la introducción de la misa en latín.
El perdón papal llegó acompañado por otra crisis sin precedentes al absolver al obispo negacionista Richard Williamson, generando una de las mayores crisis con los judíos, los cuales, además, no le perdonan su voluntad de canonizar a Pío XII, el ‘Papa del silencio’, cuestionado por su actitud frente al Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer pontífice alemán de la era moderna, que excomulgó en los 80 sin titubear a los teólogos de la liberación de América Latina cuando ejercía como prefecto de la Doctrina de la Fe, sufrió un revés notable en su único viaje a América Latina, a Brasil.
Durante ese viaje no solo atacó a los teólogos de la liberación por su politización, sino que elogió la evangelización del continente, guardando silencio sobre el genocidio indígena cometido durante la conquista española, lo que generó reacciones airadas de líderes y políticos.
“Es un pontificado que ha pasado de crisis en crisis”, sostuvo el vaticanista estadounidense John Allen.
También fue criticada su visión de la lucha contra el sida, explicada durante su primer viaje a África –a Camerún y Angola–, donde sancionó el uso del preservativo, generando la protesta oficial del Parlamento belga.
Los defensores del papado, como el escritor católico italiano Vittorio Me- ssori, elogian, en cambio, su correcta gestión como funcionario de la Santa Sede del fenómeno de la pedofilia dentro de la Iglesia, tras ser acusado este mes por la prensa estadounidense y alemana de encubrir las denuncias de curas pedófilos por décadas.
Igualmente aprecian sus libros, homilías, catequesis y, sobre todo, sus tres encíclicas. Aseguran que a través de ellas habla de asuntos religiosos elevados para cumplir la meta que se fijó hace cinco años, según se rumoreaba: llenar iglesias y no estadios, al contrario de su predecesor Juan Pablo II.
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